Columna de Opinión
Diversificación productiva y sostenibilidad: una respuesta a la vulnerabilidad del modelo exportador

Carolina Erices, ingeniera comercial y académica en Universidad Técnica Federico Santa María, DUOC-UC y Universidad Gabriela Mistral, analizó los desafíos en materia de exportaciones en medio del actual escenario de inestabilidad producto de las políticas arancelarias de Estados Unidos.
La imposición de un arancel del 50% al cobre por parte de Estados Unidos ha puesto en evidencia la alta dependencia de la economía chilena respecto de un recurso primario. Este evento exógeno, más allá de sus efectos coyunturales, plantea la necesidad de avanzar hacia una transformación productiva que combine diversificación económica, sostenibilidad ambiental y desarrollo humano.
Chile enfrenta una coyuntura crítica. Según la CEPAL, el país crecerá un-2,3% en 2025, por debajo del promedio histórico, reflejando una economía que aún no logra consolidar una recuperación robusta. En paralelo, el Banco Central de Chile proyecta que la inflación convergerá hacia el 3% anual durante el primer semestre de 2026, tras un proceso de moderación sostenido desde 2023.
Esta estabilidad macroeconómica, sin embargo, contrasta con la fragilidad estructural del modelo exportador. El cobre representa cerca del 50% de las exportaciones totales y más del 10% de los ingresos fiscales, lo que expone al país a shocks externos como el reciente conflicto arancelario con EE. UU.
Diversos estudios técnicos —entre ellos, informes de la CEPAL, CORFO y el Banco Central— coinciden en la necesidad de fortalecer sectores estratégicos como el hidrógeno verde (con costos proyectados bajo los 2 US$/kg hacia 2030), el litio con valor agregado, la agroindustria sostenible y los servicios tecnológicos exportables. Estos sectores no solo presentan ventajas comparativas dinámicas, sino que también permiten avanzar hacia una economía basada en conocimiento, innovación y sostenibilidad.
La Política Nacional de Producción y Consumo Sostenible y la Ley REP ofrecen marcos normativos que pueden articular esta transición. No obstante, se requiere una política industrial activa, inversión en capacidades humanas y una institucionalidad que promueva encadenamientos productivos y cohesión territorial.
La diversificación productiva no debe entenderse únicamente como una estrategia económica, sino como una condición necesaria para el desarrollo humano sostenible. La actual coyuntura ofrece una oportunidad para repensar el modelo de crecimiento chileno y avanzar hacia una economía más resiliente, inclusiva y ambientalmente responsable.