Comercio Internacional
Chile consolidó su apertura comercial en un año de redefiniciones globales
Diversificación de mercados, modernización de tratados y desafíos logísticos marcaron la agenda comercial chilena durante 2025, en un escenario internacional de alta volatilidad y reconfiguración de las cadenas de suministro.
Durante 2025, la política comercial de Chile avanzó en una fase de consolidación y ajuste estratégico, marcada por la necesidad de responder a un entorno global más fragmentado, con tensiones geopolíticas, presiones proteccionistas y disrupciones persistentes en los flujos logísticos internacionales.
En este contexto, el énfasis estuvo puesto en diversificar destinos, reducir riesgos de concentración y fortalecer la autonomía económica. La estrategia combinó la firma de acuerdos inéditos, la modernización de tratados vigentes y el refuerzo de la integración regional, buscando asegurar continuidad exportadora y mayor resiliencia para la cadena logística nacional.
Uno de los hitos del año fue la entrada en vigor del Acuerdo de Asociación Económica Integral (CEPA) con Emiratos Árabes Unidos. El tratado permitió acceso preferencial inmediato al 97% de los productos chilenos y elevó la desgravación al 98% en un plazo de tres años, mientras que el 99% de las importaciones desde los EAU ingresan libres de arancel.
El acuerdo abrió oportunidades relevantes para sectores como agroindustria, minería, forestal y manufacturas, considerando una complementariedad cercana al 95% entre la oferta exportable chilena y la demanda emiratí. En 2024, el comercio bilateral alcanzó US$232 millones, con un superávit de US$82,6 millones para Chile, consolidando a los EAU como principal socio del país en Medio Oriente.
En paralelo, la relación con la Unión Europea vivió una actualización estructural. Desde el 1 de febrero de 2025, el Acuerdo Interino Comercial (AIC) rige la totalidad del comercio bilateral, ampliando el acceso arancelario desde un 94,7% a un 99,6% de las líneas arancelarias, cubriendo prácticamente la totalidad de las exportaciones chilenas.
“La entrada en vigor del Acuerdo Interino Comercial implica un cambio importante para facilitar las operaciones comerciales entre Chile y la Unión Europea”, señaló en su momento la subsecretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Claudia Sanhueza, destacando la simplificación de requisitos y la coordinación con Aduanas, ProChile y los operadores logísticos.
El AIC introdujo cambios relevantes en reglas de origen, eliminando el uso del certificado EUR1 y avanzando hacia declaraciones emitidas por exportadores o conocimiento del importador. Este ajuste redujo fricciones administrativas, con impacto directo en tiempos de despacho y costos logísticos.
El acuerdo también incorporó capítulos en comercio digital, servicios, pymes, sostenibilidad ambiental y sistemas alimentarios sostenibles, ampliando el alcance del tratado más allá del intercambio de bienes y alineándolo con estándares regulatorios y productivos de largo plazo. A estos avances se sumó la aplicación provisional de nueve capítulos del Acuerdo Marco Avanzado (AMA), reforzando la dimensión política, ambiental y de cooperación con la UE. “Damos un paso muy significativo en la profundización de nuestros vínculos”, afirmó el canciller Alberto van Klaveren, subrayando el carácter estratégico de la relación bilateral.
Brasil e India, dos importantes socios comerciales para Chile
En el ámbito regional, el Acuerdo de Libre Comercio con Brasil mostró resultados concretos. El comercio bilateral alcanzó US$12.560 millones en 2024, con exportaciones chilenas por US$5.066 millones, consolidando a Brasil como uno de los principales socios comerciales de Chile en América Latina.
El tratado permitió ampliar el intercambio más allá de los bienes, incorporando servicios, telecomunicaciones, comercio electrónico y cadenas de valor. Además, todas las regiones del país registraron envíos a Brasil, en línea con los objetivos de descentralización productiva y fortalecimiento logístico territorial.
Desde el punto de vista operativo, un avance clave fue la certificación de origen electrónica, plenamente implementada desde agosto de 2025. Solo en 2024 se emitieron más de 33.000 certificados para envíos a Brasil, agilizando procesos, reduciendo costos administrativos y mejorando la trazabilidad comercial.
El acuerdo también impulsó la participación de MiPymes, con 1.314 empresas exportadoras en 2024, de las cuales 463 fueron pequeñas y medianas, generando exportaciones por US$125,4 millones y cerca de 7.000 empleos.
Desde una mirada económica, Juan Ortiz, economista sénior del Observatorio de Contexto Económico (OCEC) de la Universidad Diego Portales, destacó que “la apertura comercial es fundamental para una economía pequeña como la chilena”, señalando que la ratificación del CPTPP y acuerdos como el CEPA con Emiratos refuerzan la inserción internacional del país en un escenario global incierto.
Sin embargo, también surgieron visiones críticas. La académica Marcela Vera, de la Universidad de Santiago, advirtió que “los acuerdos modernizados no garantizan transferencia tecnológica ni desarrollo productivo interno”, planteando el desafío de avanzar hacia mayor valor agregado y estabilidad estructural.
Asia concentró otro eje relevante, particularmente India. El presidente de Frutas de Chile, Iván Marambio, subrayó que los CEPA “crean reglas claras, sustentables y que se mantienen en el tiempo”, destacando los avances registrados durante 2025 en la negociación bilateral. Advirtió además brechas logísticas relevantes.
“Tenemos un tema débil, sobre todo con la cadena de frío. Hoy el tiempo de tránsito a la India es complejo”, señaló, apuntando a la necesidad de mejorar conectividad aérea y marítima para aprovechar el crecimiento del e-commerce y el consumo premium.
En síntesis, 2025 consolidó a Chile como un actor activo en la reconfiguración del comercio internacional. La ampliación de acuerdos, la modernización normativa y la integración regional fortalecen la competitividad exportadora, aunque dejan en evidencia que el desafío pendiente está en la infraestructura logística, la conectividad y la captura de mayor valor dentro de la cadena productiva.