Logística y Distribución
Capacitación digital: el desafío que emerge como eje de la logística chilena
La acelerada adopción de automatización, sistemas digitales y analítica de datos está redefiniendo las operaciones logísticas, instalando la formación del capital humano como un factor clave para sostener eficiencia, continuidad y competitividad.
La logística chilena enfrenta un punto de inflexión marcado por la incorporación creciente de tecnologías como sistemas de gestión de transporte (TMS), gestión de bodegas (WMS), automatización de patios, asistentes virtuales y analítica de datos. Todos estos procesos están modificando las tareas tradicionales y generando una demanda urgente por nuevas competencias digitales en todos los niveles de la cadena.
Los diagnósticos preliminares coinciden en que el principal riesgo no es la automatización sino la falta de preparación del capital humano para adaptarse a estos cambios. Operaciones portuarias, de transporte y almacenamiento concentran una alta proporción de funciones rutinarias que obliga a avanzar hacia modelos de reconversión laboral y capacitación continua para evitar brechas de empleabilidad.
Las habilidades más demandadas combinan competencias técnicas y transversales. Destacan el manejo de plataformas digitales, monitoreo de sistemas automatizados, interpretación de datos operacionales, nociones de ciberseguridad y capacidad para interactuar con soluciones basadas en inteligencia artificial. A ello se suman habilidades blandas vinculadas a la gestión del cambio y la resolución de problemas en entornos digitalizados.
En Chile, la respuesta ha venido tanto desde el sector público como privado. Programas del SENCE, iniciativas de reconversión y esquemas de certificación de competencias laborales han permitido ampliar el acceso a formación en herramientas digitales, con foco en mejorar la empleabilidad y facilitar la transición hacia nuevos roles logísticos.
En el ámbito portuario, el Puerto de San Antonio se ha posicionado como un caso de referencia. La implementación de su Port Community System estará acompañada de procesos formativos para actores de la comunidad logística, incorporando uso de plataformas digitales como parte del despliegue tecnológico. A esto se suma el desarrollo de AntonIA, un asistente virtual con inteligencia artificial, cuya adopción requirió capacitación específica de transportistas y operadores.
Las experiencias acumuladas muestran que la capacitación es más efectiva cuando se integra desde el diseño de los proyectos tecnológicos, con métricas claras de adopción y productividad. De cara a los próximos años, la digitalización de la logística chilena seguirá avanzando en automatización, interoperabilidad y uso de datos. En ese escenario, invertir en capacitación digital ya no es un complemento, sino un factor estructural para asegurar eficiencia, sostenibilidad y competitividad del sistema logístico nacional.
La clave es tener la capacidad de saber “qué está bajo control”
El académico de la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad Católica de Valparaíso, Franco Basso, señala que “la alfabetización digital es clave en todos los rubros y particularmente en el rubro logístico, en el cual la administración de los distintos SKU y cómo éstos se van encadenando dentro de las distintas etapas hacen que aplicaciones que funcionen de manera manual o con tablas Excel muy probablemente nos llevan a situaciones de ineficiencia”.
Agrega que “es importante que, dependiendo de los cargos, se pueda avanzar en distintos niveles de alfabetización, desde situaciones básicas a niveles intermedios que hagan que se tenga un uso fluido de plataformas digitales, dashboard operativo y también otro tipo de sistemas que puedan integrarse con otras partes. Es importante que los operadores sepan qué es lo que está bajo su control, que tengan una mirada global del negocio, pero que entiendan muy bien cuáles son los indicadores que ellos tienen que mirar y también ser capaces de entrenarlos a interpretar datos”.
A su juicio “es clave avanzar en la seguridad operativa y que todo el mundo sepa cuáles son las buenas prácticas que pueden afectar o no la continuidad operativa. El impacto que tiene esta capacitación en la operación logística es variado. Ayuda a mejorar la utilización real de estas tecnologías, sacándole todo el potencial que pueden tener los sistemas WMS o TMS. Ayuda a reducir errores operativos que se pueden dar con sistemas que todavía funcionan con algún grado de operación manual y facilita la integración de información, porque estos sistemas pueden ser vistos no solamente por los tomadores de decisiones, sino, por ejemplo, con los jefes”.
El bien más valioso de las organizaciones logísticas: la información
El director del Centro de Innovación en Transporte y Logística (CITYLOG) de la Universidad Diego Portales, Karol Suchan, señaló que “la logística chilena ha avanzado de forma significativa en la adopción de sistemas y tecnologías, y el siguiente paso es desarrollar las competencias que permitan aprovecharlos plenamente. Una primera brecha -y, al mismo tiempo, una gran oportunidad- está en la alfabetización en datos”.
“Hoy, muchas personas en la operación interactúan diariamente con sistemas digitales, registrando movimientos, tiempos, estados e incidencias. Sin embargo, no siempre existe claridad compartida sobre cómo esos datos se utilizan para planificar, anticipar problemas o mejorar procesos. Fortalecer esta comprensión permitiría mejorar de manera natural la calidad de los datos y su uso en niveles operacionales y tácticos”, sostuvo.
Una segunda área de oportunidad es la gobernanza de datos. “Muchas organizaciones cuentan con información valiosa, pero no siempre está disponible para quienes la necesitan en el momento adecuado. Avanzar en esquemas claros de acceso, roles y responsabilidades -alineados con los nuevos marcos regulatorios en protección de datos y ciberseguridad- permitiría que más personas participen activamente en la planificación y el control, reduciendo la dependencia de indicadores excesivamente agregados”, agregó Suchan.
A juicio del académico, una tercera brecha relevante se relaciona con la incorporación sistemática de prácticas de mejora continua basadas en datos. Herramientas como el análisis de causas raíz, los indicadores de desempeño operacional o los enfoques lean “ofrecen un enorme potencial cuando se integran a la operación cotidiana. En muchos casos, estas prácticas existen, pero pueden fortalecerse con mayor apoyo de datos y con espacios de retroalimentación orientados a la mejora y no a la búsqueda de responsables”.
Para Karol Suchan, “aquí aparece un punto cultural clave: desarrollar una cultura de crítica constructiva. En entornos donde la retroalimentación se asocia al error o a la culpa, es comprensible que las personas se pongan a la defensiva. Promover una mirada donde los datos se usan para aprender, ajustar y mejorar es una condición fundamental para que la digitalización genere confianza y compromiso”.
Finalmente, sostuvo que “una brecha emergente, pero cada vez más relevante, es la conciencia sobre riesgos digitales y continuidad operativa. A medida que los sistemas se integran, se vuelve clave que los equipos comprendan buenas prácticas básicas de ciberseguridad, uso responsable de accesos y gestión de contingencias. No como un tema técnico aislado, sino como parte natural de la operación logística moderna”.