Logística y Distribución
Optimización de turnos: el nuevo reto operativo tras la Ley de 40 horas
La reducción de jornada obliga a transporte, puertos y centros de distribución a rediseñar sus esquemas de trabajo. A juicio del director del Centro de Innovación en Transporte y Logística de la Universidad Diego Portales, Karol Suchan, la analítica de turnos emerge como herramienta clave para sostener continuidad, eficiencia y cumplimiento normativo en el sector logístico.
La adecuación de los equipos logísticos a nuevas formas de organización del trabajo se ha vuelto un desafío central para empresas de transporte, puertos y centros de distribución. La operación funciona con ritmos que no se detienen y variaciones de demanda difíciles de anticipar, mientras la normativa laboral avanza hacia jornadas más acotadas y modelos de descanso distintos a los tradicionales. En ese cruce entre exigencia operacional y nuevas reglas del juego, la planificación de turnos adquiere un rol estratégico para sostener la continuidad del servicio.
"La logística chilena vive tiempos intensos. Cadenas de suministro más largas, clientes que esperan respuesta casi inmediata, operaciones 24/7 en puertos, centros de distribución y transporte. En ese contexto, la Ley de 40 horas no llega a un terreno neutro: aterriza sobre un sector que ya venía exigido en la gestión de turnos y dotaciones, y que ahora debe aprender a trabajar mejor… con menos horas disponibles por persona", explica el director del Centro de Innovación en Transporte y Logística de la Universidad Diego Portales, Karol Suchan.
En opinión del académico, antes de la nueva ley, programar turnos en logística “a mano” era una tarea bastante compleja debido a que la demanda nunca es plana: hay temporadas altas, fines de semana largos, arribos fuera de ventana, campañas comerciales, picos de e-commerce, cosechas, cierres contables. "El personal no es homogéneo. En una misma operación conviven operadores de grúa, bodegueros, gente de recepción y despacho, conductores con distintas licencias, cuadrillas portuarias, supervisores. Cada uno con habilidades específicas, restricciones contractuales y, en muchos casos, turnos rotativos", indica.
En muchas empresas, la planificación de turnos todavía se hace con una combinación de planillas Excel, llamadas telefónicas y la “experiencia” del jefe de turno. Mientras la operación es pequeña, ese enfoque puede sobrevivir, pero cuando crecen los volúmenes, aumentan los puntos de operación y se acumulan regulaciones (límites diarios y semanales, descansos mínimos, domingos libres, reglas especiales para transporte y puertos), la posibilidad de equivocarse es más alta.
"Las consecuencias de una planificación deficiente no son teóricas. Se ven en la vida cotidiana de las operaciones. En muchos equipos, la sobrecarga recae siempre sobre las mismas personas: el “campeón” que siempre dice que sí al turno extra, el conductor que “se sabe la ruta”, el operador “de confianza” que termina encadenando noches y fines de semana. Los descansos se acortan, los turnos se pegan entre sí, la gente duerme mal. Ese cansancio acumulado no solo perjudica el bienestar de los trabajadores, también aumenta la probabilidad de errores, incidentes y accidentes", sostiene Suchan.
En transporte, la relación entre fatiga y siniestros es evidente. Un conductor que ha dormido poco o lleva demasiadas horas al volante tiene peores reflejos, menos capacidad de reacción y más riesgo de tomar malas decisiones. En puertos y centros de distribución, donde se trabaja con cargas pesadas, equipos en movimiento y tiempos de ciclo ajustados, un descuido por cansancio puede terminar en un accidente grave. En retail y bodega, la combinación de turnos largos, trabajo de pie y presión por cumplir metas se traduce en estrés, lesiones musculoesqueléticas y un ausentismo que termina golpeando tanto la operación como los costos.
A juicio del académico de la UDP, la Ley de 40 horas entra justamente en este escenario y "reduce gradualmente la jornada máxima semanal, pero al mismo tiempo abre espacio a nuevas formas de organizar el tiempo de trabajo. No se trata solo de “trabajar menos”, sino de “repartir distinto las horas”. La norma permite, por ejemplo, pactar semanas comprimidas de 4 días trabajados y 3 de descanso, o distribuir la jornada en ciclos de varias semanas, combinando semanas más cargadas con otras más livianas, siempre que el promedio respete el límite legal. También introduce la posibilidad de cambiar horas extra por días de descanso, y contempla bandas horarias para facilitar la conciliación con responsabilidades familiares".
Algo potencialmente atractivo para la logística
La posibilidad de concentrar más horas en los periodos de alta demanda y reducir la carga en los meses o semanas más tranquilas calza muy bien con la realidad de muchos operadores. Sin embargo, en opinión de Suchan, "aparecen dos riesgos evidentes. El primero es simplemente no usar esa flexibilidad: recortar las horas a todos por igual, mantener estructuras de turnos casi idénticas a las históricas y resignarse a perder capacidad. El segundo es el extremo opuesto: tratar de exprimir toda la flexibilidad que ofrece la ley, pero hacerlo “a mano”, con la misma caja de herramientas de siempre".
"Intentar combinar 4×3, 5×2, semanas promediadas, acuerdos individuales, bandas horarias, preferencias personales, habilidades específicas, restricciones legales y metas de servicio, usando solo planillas y buena voluntad, es pedirle demasiado a cualquier equipo de planificación. La complejidad combinatoria explota. Aumenta la probabilidad de errores, de inequidades en la asignación de turnos complejos, de incumplimientos normativos difíciles de detectar a tiempo", explica.
Cuando hablamos de analítica de programación de turnos, no se habla de magia, sino de sistemas que integran tres grandes bloques de información. Primero, el marco normativo y contractual: límites diarios, semanales y mensuales, descansos mínimos, reglas especiales (por ejemplo, para conductores o trabajo portuario), tipos de contrato, acuerdos de 4×3, etc. Segundo, la productividad histórica: rendimientos por turno, por equipo y por tipo de tarea, tiempos de ciclo, tasas de error, patrones de ausentismo. Tercero, los pronósticos de demanda futura: volúmenes esperados en bodega, ventas proyectadas, arribos de naves, ventanas de despacho, campañas comerciales.
"Con esos insumos, los algoritmos pueden proponer mallas de turnos que asignan a la persona adecuada, con las habilidades adecuadas, en el momento adecuado, respetando la ley y equilibrando la carga entre los equipos. La tarea del jefe de turno deja de ser “dibujar cuadrantes” para convertirse en revisar, ajustar y validar propuestas basadas en datos. Y la empresa puede simular escenarios: qué pasa si se adopta 4×3 en un área, qué impacto tiene adelantar o atrasar ciertos turnos, cuántas horas extra se podrían ahorrar con otra configuración", asegura.
De esta manera, las ganancias potenciales de un buen despliegue de analítica en turnos son significativas porque "se puede reducir la cantidad de horas extra, mejorar el cumplimiento de la normativa, bajar el riesgo de multas y conflictos, equilibrar de verdad la carga laboral entre las personas, disminuir el ausentismo asociado a fatiga y estrés, y mejorar la continuidad del servicio en momentos críticos. En el fondo, se trata de dejar de “apagar incendios” con llamados de último minuto y empezar a gestionar el recurso humano logístico como un activo estratégico".
Bajo su punto de vista, la Ley de 40 horas obliga a mirar la gestión de personal con nuevos ojos. Para la logística chilena, puede ser leída como una amenaza o como una invitación. "Una amenaza, si se insiste en hacer lo mismo con menos horas y más restricciones. Una invitación, si se aprovecha el impulso para modernizar la programación de turnos, integrar datos, y construir operaciones donde el cumplimiento legal, el bienestar de las personas y la productividad de la cadena vayan, por fin, de la mano", concluye Karol Suchan.
Así, la transición hacia jornadas más flexibles y sistemas de turnos basados en datos abre la puerta a una logística más ordenada, segura y predecible. Adoptar herramientas analíticas no solo permite cumplir con la ley, sino también equilibrar cargas, reducir la fatiga y asegurar que las operaciones sigan respondiendo a la velocidad que exige el sector. Si la industria logra integrar estos cambios de manera inteligente, el resultado será un modelo laboral más sostenible y equipos mejor preparados para los ciclos de demanda que vienen.