Comercio Internacional
Chile y la apertura de nuevos mercados: ¿Avance o un riesgo estratégico?

El gobierno de Gabriel Boric avanzó en la firma de nuevos tratados y la modernización de convenios existentes, en un esfuerzo por reforzar la integración global y la resiliencia logística, aunque los expertos divergen sobre sus beneficios a largo plazo.
Durante el gobierno de Gabriel Boric, la política comercial de Chile ha puesto un énfasis marcado en la diversificación de mercados y la autonomía económica. Frente a un escenario global cada vez más volátil, con tensiones arancelarias y cambios en los flujos comerciales, la administración ha buscado ampliar las oportunidades para exportadores chilenos más allá de sus destinos tradicionales, explorando regiones estratégicas como Oriente Medio, Asia y el Sudeste Asiático.
Esta estrategia ha combinado la firma de nuevos acuerdos bilaterales, la actualización de tratados estructurales y la consolidación de la integración regional. El objetivo central ha sido fortalecer la capacidad del país para responder a interrupciones externas, abrir oportunidades en sectores clave y asegurar que los beneficios del comercio internacional se traduzcan en un impacto tangible para la economía y la logística nacional.
El gobierno ha impulsado una estrategia de diversificación y autonomía comercial, firmando acuerdos inéditos y actualizando tratados clave. Entre ellos destacan el CEPA con Emiratos Árabes Unidos, la modernización del CPTPP y del TLC con México, así como el inicio de negociaciones con India y la consolidación de vínculos con Paraguay y Brasil, reforzando la integración regional y el papel de Chile como puerta al Pacífico.
El CEPA con Emiratos Árabes Unidos permite acceso preferencial al 97% de los productos chilenos desde su entrada en vigor y eleva la desgravación al 98% en tres años, mientras que el 99% de las importaciones desde los EAU ingresará libre de arancel. El acuerdo abre nuevas oportunidades en agroindustria, minería, forestal y manufacturas, considerando que la estructura exportadora chilena tiene un 95% de complementariedad con la demanda emiratí.
En 2024, el comercio bilateral alcanzó US$232 millones, con un superávit de US$82,6 millones para Chile. Además, el CEPA incluye capítulos inéditos para los EAU sobre género, cadenas globales de valor y pymes. De esta manera, se consolida como el principal socio de Chile en Medio Oriente, concentrando el 41% del intercambio con el bloque del Golfo. El tratado se suma a otros instrumentos vigentes como el acuerdo para evitar la doble tributación y cooperación aduanera, y prepara la negociación de un marco de protección de inversiones.
Mientras, el Acuerdo Marco Avanzado con la Unión Europea profundiza la integración comercial, política y de servicios, consolidando una alianza estratégica con una de las economías más grandes del mundo. En este sentido, la subsecretaria de Relaciones Económicas Internacionales (SUBREI), Claudia Sanhueza, señaló que “la entrada en vigor del Acuerdo Interino Comercial implica un cambio importante para facilitar las operaciones comerciales entre Chile y la Unión Europea. Amplía la lista de productos que pueden ingresar a los mercados de la UE sin pagar aranceles y, además, simplifica y flexibiliza los requisitos que deben cumplir los exportadores chilenos para beneficiarse del nuevo acceso preferencial”.

El debate sobre los impactos estratégicos
En este contexto, Juan Ortiz, economista sénior del Observatorio del Contexto Económico (OCEC) UDP, subraya que “la apertura comercial es fundamental para una economía pequeña como la chilena. La ratificación del TPP11 en 2023 y la firma del acuerdo con Emiratos reflejan la visión de mantener a Chile integrado en la economía global, incluso ante la turbulencia de aranceles recíprocos de EE.UU.”.
Sin embargo, existen visiones críticas sobre la estrategia. Marcela Vera, académica de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago, sostiene que “los acuerdos modernizados no sientan bases para un desarrollo nacional sostenible ni garantizan transferencia tecnológica. Mientras Chile asegura bienes estratégicos, el mundo desarrollado compra con bajos aranceles, limitando nuestro ingreso y la generación de valor agregado local”.
La política de diversificación también se refleja en la región, con acuerdos con Paraguay, MERCOSUR y Brasil, que buscan fortalecer la logística y el comercio intrarregional. La modernización del TLC con México incorpora capítulos sobre comercio electrónico, pymes y cooperación aduanera, adaptándose a desafíos actuales y reforzando la conectividad comercial de Chile.
Desde la perspectiva logística, expertos señalan que estos acuerdos permiten optimizar la cadena de suministro y reducir tiempos de despacho. “La integración con nuevos mercados abre la posibilidad de distribuir productos con mayor eficiencia, especialmente en sectores como fruticultura, salmonicultura y minerales críticos”, explica Juan Ortiz, agregando que “la infraestructura portuaria y la conectividad regional juegan un rol clave para materializar los beneficios comerciales”.
Por otro lado, Vera enfatiza que la política de relaciones internacionales debería buscar estructuras de cooperación que garanticen no solo ingreso por exportaciones, sino también estabilidad de precios y transferencia tecnológica. “Sin una negociación estratégica que asegure ambos factores, se corre el riesgo de depender de la demanda externa sin fortalecer la cadena productiva interna”, advierte.
En síntesis, la agenda comercial del gobierno de Boric combina expansión hacia nuevos mercados, modernización de tratados existentes y fortalecimiento de la integración regional. Mientras los economistas destacan los beneficios en apertura y logística, las críticas apuntan a la necesidad de una estrategia que incorpore valor agregado, transferencia tecnológica y sostenibilidad económica en el largo plazo.