Comercio Internacional
¿Se tensiona competitividad chilena con acuerdo comercial de EE.UU. y Argentina?
Los recientes acuerdos impulsados por Washington reconfiguran incentivos arancelarios en la región y presionan a Chile a acelerar la modernización de su propio marco comercial para evitar pérdidas de acceso preferencial.
“Para que los acuerdos comerciales logrados entre Estados Unidos, Argentina y Ecuador, así como otros países de Latinoamérica como Guatemala o El Salvador que también lograron acuerdos, alcancen a tener un impacto en el comercio exterior chileno, tendría que ocurrir que los tratamientos preferenciales que tengan estos países hagan de sus productos más atractivos que los chilenos”, explicó Antonio Espinoza, investigador del Observatorio del Contexto Económico (OCEC) de la Universidad Diego Portales.
Todo un desafío para los encargados de las reuniones bilaterales entre Chile y EE.UU. luego del anuncio del acuerdo comercial entre la administración Trump y el gobierno de Argentina. La Casa Blanca informó que se trata de “una alianza estratégica basada en valores democráticos compartidos y una visión común de libre empresa, iniciativa privada y mercados abiertos". En lo concreto, se establecerán medidas concretas para potenciar el intercambio entre ambas naciones.
El nuevo entendimiento comercial entre los gobiernos de Donald Trump y Javier Milei incorpora un conjunto amplio de compromisos para mejorar el acceso a mercados, la cooperación regulatoria y la coordinación en materias estratégicas. En el plano arancelario, ambos países avanzan hacia una apertura recíproca donde Argentina otorgará preferencias para bienes industriales y agrícolas estadounidenses, mientras que EE.UU. desgravará recursos naturales y productos para uso farmacéutico.
En materia de propiedad intelectual, Argentina reforzará la aplicación de normas contra falsificación y piratería, incluyendo disposiciones para el entorno digital. Con esto, busca alinear su marco regulatorio con estándares internacionales y ampliar la seguridad jurídica para bienes y servicios protegidos.
El capítulo agrícola incorpora cambios relevantes. Argentina abrirá su mercado al ganado bovino vivo de origen estadounidense y habilitará el ingreso de aves de corral en un plazo de un año. Asimismo, facilitará trámites sanitarios para carne bovina, vísceras, productos porcinos y lácteos, eliminando requisitos como el registro de instalaciones. Ambas partes también trabajarán en la reducción de barreras no arancelarias que afectan el comercio alimentario.
El componente laboral establece la prohibición de importar bienes producidos con trabajo forzoso u obligatorio y el compromiso de fortalecer la fiscalización en esta materia. En paralelo, el bloque ambiental del acuerdo aborda la lucha contra la tala ilegal, la mejora en la gestión de recursos —incluidos los minerales críticos— y el cumplimiento del régimen multilateral sobre subvenciones a la pesca.
Finalmente, el acuerdo incorpora una hoja de ruta en seguridad económica y subsidios. Argentina y EE.UU. coordinarán posiciones respecto a prácticas no mercantiles de terceros países, armonizarán mecanismos de control de exportaciones e inversiones y cooperarán para reducir eventuales distorsiones provenientes de empresas estatales o subsidios industriales. También se abre un espacio para impulsar inversiones en minerales críticos y estabilizar los flujos globales de soja, un eje relevante para ambos mercados.
El peligro del efecto de desviación del comercio
Al analizar los principales diez productos importados por Estados Unidos desde Chile, Argentina y Ecuador, se puede observar que los productos en los que nuestro país compite son productos derivados del mar, donde la principal competencia está con el mercado ecuatoriano. “En cuanto a pescados, crustáceos y moluscos, Chile fue en 2024 el segundo país con mayor participación en la importación de Estados Unidos, con un valor de 2.941,2 millones de dólares. Por su parte, desde Ecuador importó 1.609,7 millones, siendo este el sexto principal país” destacó el economista de la Universidad Diego Portales.
En opinión de René Fernández, economista y académico Facultad Tecnológica Universidad de Santiago, podría producirse un efecto de desviación de comercio porque “si Argentina y Ecuador logran un acceso preferencial a EE.UU. para productos que Chile también exporta -frutas, vinos, productos agroindustriales-, los importadores estadounidenses tendrán un incentivo para comprar a los países con arancel cero, en desmedro de Chile, que enfrentaría el arancel normal (NMF). Nuestro país pasaría de ser un proveedor competitivo a ser un proveedor "caro" en términos relativos, no por su eficiencia productiva, sino por la política comercial”.
El economista de la Usach subrayó que “la existencia del TLC entre Chile y EE.UU. es un factor atenuante clave. Tenemos un acuerdo en vigor desde 2004, por lo tanto, la gran mayoría de los bienes chilenos ya ingresan con arancel cero. En esos productos, no hay desventaja. El riesgo se concentraría en aquellos productos sensibles que pudieran quedar fuera del acuerdo chileno y que sean incluidos en los nuevos acuerdos con Argentina o Ecuador, lo cual es poco probable pero no imposible”.
Antonio Espinoza reparó en un detalle a la hora del análisis y es que en el comunicado de la Casa Blanca no se menciona con claridad si es que los productos marítimos estarán o no exentos de aranceles para Ecuador. “Se menciona que ‘Estados Unidos se compromete a eliminar sus aranceles recíprocos sobre determinadas exportaciones de Ecuador que no pueden cultivarse, extraerse o producirse de forma natural en Estados Unidos en cantidades suficientes’. Esto podría indicar que los productos marítimos no sean exentos de aranceles, dado que EE.UU. produce dichos bienes y suple el resto de su demanda con bienes importados. Por lo tanto, la exención de aranceles se concentre más productos como petróleo y sus derivados, café o cacao, los cuales no son relevantes dentro de la matriz exportadora de Chile”.
De todas maneras, el economista de la Usach, René Fernández, sostuvo que “esta situación podría afectar el comercio exterior nacional en sectores específicos donde Chile pierda su ventaja preferencial relativa. Sin embargo, el TLC vigente actúa como un poderoso paraguas protector. La negociación en curso de Chile probablemente busca "modernizar" su TLC para cerrar cualquier posible brecha que surja y asegurar que su acceso preferencial se mantenga en igualdad de condiciones con sus competidores regionales. La estrategia chilena no debería ser de alarma, sino de celeridad y precisión en su mesa de negociación”.
En ese sentido, el académico sostuvo que -a partir de las recientes críticas del presidente Gabriel Boric a la administración Trump- “la realidad de la política está profundamente personalizada y vinculada a la retórica del respeto y la reciprocidad. Las críticas públicas son frecuentemente interpretadas como una falta de respeto y pueden endurecer la posición negociadora de la contraparte, por lo que es un riesgo que influye negativamente”.
El avance de acuerdos entre Estados Unidos y países vecinos instala un escenario que Chile observa con atención. Aunque el TLC vigente amortigua riesgos, economistas advierten que la dinámica regional cambia rápido y que será clave ajustar con precisión la negociación en curso. La prioridad, coinciden, es preservar el acceso preferencial en los segmentos sensibles y evitar que nuevas ventajas otorgadas a otros proveedores afecten el posicionamiento chileno en uno de sus principales mercados.