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Comercio Internacional

Censo de EE. UU.: China reduce su peso en importaciones al nivel más bajo en décadas

La incertidumbre geopolítica acelera los ajustes logísticos en importaciones.

Un informe señala que tres de cada cuatro empresas estadounidenses reconocen que los aranceles ya afectan sus resultados financieros obligándolas a repercutir aumentos de costos en los precios finales.

Las últimas cifras del Censo de Estados Unidos confirman un cambio estructural en el comercio internacional. En 2024, China aportó solo el 13,4% de las importaciones estadounidenses de bienes, frente al 22% de 2018. Este retroceso refleja el efecto acumulado de aranceles, costos crecientes y la búsqueda de nuevas configuraciones en las cadenas de suministro.

El giro no es solo estadístico. Según un informe de Enable, tres de cada cuatro empresas estadounidenses reconocen que los aranceles ya afectan sus resultados financieros, obligándolas a repercutir aumentos de costos en los precios finales o a rediseñar sus procesos de abastecimiento. La presión regulatoria y la incertidumbre geopolítica están acelerando ajustes logísticos en múltiples sectores.

La reubicación de la producción es una de las respuestas más visibles. México, Vietnam e India han captado parte de la manufactura que antes se concentraba en China, consolidándose como destinos estratégicos para diversificar riesgos. En paralelo, compañías estadounidenses recurren a herramientas digitales e inteligencia artificial para afinar envíos “justo a tiempo” y reducir inventarios costosos.

Sin embargo, la desvinculación no es completa. En áreas de alta tecnología, China conserva un rol clave: baterías, computadores portátiles y componentes electrónicos siguen dependiendo en gran medida de su capacidad productiva, lo que mantiene a EE. UU. atado a cadenas críticas con origen en el país asiático.

La lectura del censo es clara. La dependencia de China se reduce, pero no desaparece. El suministro de bienes de consumo se diversifica, mientras los segmentos tecnológicos continúan centralizados en Asia. Para la logística global, esto implica una transición hacia un esquema híbrido, con rutas más dispersas y un comercio internacional que busca equilibrar costos, resiliencia y seguridad de abastecimiento.