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Sostenibilidad

Conectividad limpia: Primera barcaza no tripulada y 100% eléctrica en Chile

Laurelia es fruto de un trabajo íntegramente desarrollado en la ciudad de Valdivia.

Diseñada y construida íntegramente en Valdivia, la embarcación funciona con energía solar, operación autónoma y sensores de mareas, permitiendo transportar vehículos y pasajeros de manera eficiente, silenciosa y sostenible.

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Con el nombre de Laurelia, en honor al árbol nativo del sur nuestro país, funciona la primera barcaza no tripulada y 100% eléctrica un hito de innovación tecnológica y sostenibilidad. La Gobernación Marítima de Valdivia otorgó la autorización para su operación, reconociendo sus características únicas que la convierten en el primer artefacto naval no tripulado del país.

El encargo fue impulsado por Egon Simon, socio y gestor de territorio de Isla San Francisco, un proyecto de conservación habitable ubicado en el río Valdivia, quien explica que “teníamos que crear un sistema de transporte que fuera sostenible con el medio ambiente y al mismo tiempo eficiente para los futuros residentes de la isla”.

Laurelia es fruto de un trabajo íntegramente desarrollado en Valdivia. Su diseño, construcción en maestranza y automatización fueron ejecutados por la empresa de ingeniería Navtec. El proyecto fue liderado por el ingeniero naval Richard Luco, gerente de Navtec y académico de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería UACh.

“Nuestra experiencia primero en los taxis fluviales que hoy funcionan en Valdivia y en embarcaciones autónomas en otros países, nos permitió llegar al diseño que este proyecto necesitaba. El éxito en la obtención de la licencia por parte de la Gobernación Marítima es una muestra de ello. De la incredulidad pasaron a las felicitaciones”, comenta Luco quien estuvo a cargo también de la permisología de la embarcación.

Con 13 metros de eslora y capacidad de carga de hasta 3 toneladas, la barcaza puede transportar dos vehículos o hasta 40 personas de pie, funcionando como un “ascensor horizontal” que asegura conectividad permanente entre Isla San Francisco y la ribera en algo más de 4 minutos por cruce.

“Por sus características y por estar ya casi dos años operando sin inconvenientes, es un artefacto absolutamente replicable y escalable para resolver conectividad donde no se pueda acceder a energía eléctrica en cualquier parte de Chile”, puntualiza Luco.

Uno de sus atributos más innovadores es que funciona en forma completamente automática, mediante sensores que detectan la llegada de vehículos y pasajeros, y un sensor de mareas que regula con precisión la aproximación a la ribera, facilitando el embarque y desembarque en condiciones seguras. Su sistema se alimenta de energía solar, logrando un transporte silencioso, limpio y autónomo.

El proyecto también ha sido destacado en el ámbito académico. La Facultad de Ciencias de la Ingeniería UACh lo utiliza como modelo de desarrollo para los estudiantes de Construcción Naval, al mismo tiempo que el profesor Álvaro González lo presentó en el Diplomado en Gestión Energética y en cursos de Geofísica, por la incorporación de radares y sondas para medir cambios de marea.

“Este tipo de embarcaciones permiten cumplir una función esencial de conectividad sin emitir gases de efecto invernadero, transformándose en un ejemplo concreto de adaptación tecnológica frente al cambio climático”, señaló González.

La embarcación sintetiza una mirada en que habitar y conservar se complementan. Con una operación autónoma, silenciosa y limpia, marca un precedente para futuras iniciativas de transporte fluvial en el sur de Chile y se convierte en un referente de cómo la ingeniería local, la academia y la gestión territorial pueden converger en soluciones concretas para un desarrollo sostenible.