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Comercio Internacional

Transformación comercial de EE.UU. redefine desafíos y oportunidades para Chile

La política arancelaria ha generado un ambiente comercial altamente volátil.

La administración de Donald Trump impulsa un giro proteccionista que altera la dinámica global y regional, con impacto directo en la relación bilateral entre Chile, Estados Unidos y China. El embajador Juan Gabriel Valdés destaca la urgencia de una estrategia chilena integral para afrontar cambios en seguridad, comercio y geopolítica.

La administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha impulsado una revolución en la política comercial de Estados Unidos que supera ampliamente las reformas históricas conocidas como los “100 días” de Roosevelt. En su gestión, en sólo 130 días se crearon nuevas instituciones, se han eliminado otras y cambiado radicalmente la forma en que EE.UU. se relaciona con el comercio global.

En conversación con la Fundación Chilena del Pacífico, el embajador de nuestro país en Estados Unidos, Juan Gabriel Valdés, calificó esta transformación como un retorno a políticas proteccionistas propias de mediados del siglo XX, con un enfoque claro en la sustitución de importaciones y la protección de industrias nacionales estratégicas, una visión que recuerda modelos antiguos de América Latina. Esta nueva etapa implica el uso masivo de aranceles y barreras comerciales, buscando recuperar fuerza industrial.

Según el diplomático, el enfoque actual rompe con el sistema tradicional basado en Bretton Woods y la Organización Mundial del Comercio (OMC), que favorecieron un predominio comercial de China y una aparente subordinación de Estados Unidos. La política arancelaria de Donald Trump busca equilibrar este sistema considerado “suicida” para la economía norteamericana.

Esta política arancelaria ha generado un ambiente comercial altamente volátil. Países como Indonesia, Vietnam e incluso Japón han abierto mercados a Estados Unidos bajo condiciones y concesiones inéditas, mientras que naciones como India y la Unión Europea han visto incrementos significativos en los aranceles, lo que complica la previsibilidad en el comercio internacional.

En este contexto, la OMC enfrenta un grave desafío. Para el embajador Juan Gabriel Valdés, sin la participación activa de Estados Unidos, la organización pierde efectividad y se convierte en un actor limitado frente a la dinámica global actual. Esta situación podría afectar de manera directa los flujos comerciales latinoamericanos, según cifras presentadas por organismos internacionales.

Resaltó que, pese a las tensiones, los países deben buscar nuevas alianzas y mercados. Chile, con la red más amplia de tratados de libre comercio en la región, podría orientar su estrategia hacia el llamado “sur global”, que incluye a India, China, Brasil y naciones asiáticas con gran potencial de crecimiento y cooperación. También hizo énfasis en la importancia del acuerdo comercial con Japón, basado en una relación histórica y que representa una plataforma clave para diversificar las exportaciones y atraer inversión, un modelo replicable con otros países emergentes y en desarrollo.

A su juicio, la política comercial de EE.UU. tiene además impactos internos significativos, donde la inflación, el empleo y la sostenibilidad de pequeños negocios están siendo cuestionados. El diplomático señaló que aún no se puede medir con certeza los efectos de corto y mediano plazo, pero la dinámica de cambios es constante y acelerada. Más allá del comercio, la administración Trump ha concentrado el poder decisorio en la presidencia, superando al Congreso y otras instituciones, con un manejo directo sobre las políticas arancelarias y decisiones estratégicas que impactan también en la seguridad nacional y en la relación con gobiernos locales y estatales.

Es deseable y necesario que Estados Unidos y China alcancen un acuerdo comercial duradero.

Estados Unidos y China: un conflicto con impacto global y regional

La relación comercial entre Estados Unidos y China, que inició como una guerra arancelaria hace más de un año, ha evolucionado a un escenario complejo donde las medidas proteccionistas y la seguridad nacional están en el centro. Para los norteamericanos, la restricción de importaciones chinas no solo responde a razones comerciales, sino también a consideraciones estratégicas que incluyen tecnología y seguridad nacional.

El manejo de los orígenes de productos y la aplicación de aranceles resultan hoy en un proceso complejo para las aduanas estadounidenses, dado que muchas mercancías involucran cadenas de valor regionales donde componentes o valor agregado se producen fuera de China, pero mantienen la etiqueta de origen chino. Esta situación dificulta la trazabilidad y el cálculo de costos.

El embajador destaca que, pese a las tensiones, es deseable y necesario que Estados Unidos y China alcancen un acuerdo comercial duradero que permita a ambos países desarrollarse y competir bajo condiciones claras. Sin embargo, advierte que, en temas de seguridad nacional, la postura estadounidense será rígida y priorizará la protección de sus intereses estratégicos.

Estados Unidos considera que su zona de influencia abarca desde el Canal de Panamá hasta el Estrecho de Magallanes, incluyendo la Antártica, situando a América Latina dentro de esta área de preocupación prioritaria. Esta visión revive la histórica doctrina Monroe, contraria a la percepción de su fin durante administraciones anteriores.

Según el embajador, para Washington, los aspectos vinculados a seguridad -como minerales estratégicos, satélites y cables submarinos- son determinantes, mientras que las consideraciones comerciales tradicionales quedan subordinadas a este marco. Esto explica, en parte, la creciente complejidad en la relación comercial con países de la región.

En el plano bilateral, Chile mantiene negociaciones positivas con Estados Unidos para ajustar temas técnicos y obstáculos comerciales, lideradas por equipos chilenos con buen nivel de confianza y diálogo con el USTR. El acuerdo de tarifas y exenciones, como la baja del 40% al 0% en impuestos al cobre, muestra avances concretos, aunque la decisión final recae en la Casa Blanca y depende de factores no estrictamente comerciales.

El embajador resalta la importancia de la inversión chilena en Estados Unidos, así como la colaboración en materia de seguridad entre organismos policiales y militares de ambos países. Chile se posiciona como un actor relevante en la región, tanto por sus recursos minerales -litio, cobre y tierras raras- como por su ubicación geopolítica estratégica en el Pacífico.

La relación con China en términos comerciales y de inversión es intensa, aunque Chile se mantiene consciente del delicado equilibrio que debe mantener entre las dos potencias. La necesidad de diversificar mercados y fortalecer alianzas regionales es una respuesta a este contexto global en transformación. El embajador subraya la urgencia de que Chile desarrolle una política de Estado amplia y transversal sobre su relación con Estados Unidos y China, que trascienda diferencias políticas e ideológicas. Advierte que la complejidad del escenario actual requiere una reflexión profunda y plural para proteger el desarrollo nacional y regional.

Finalmente, se plantea la necesidad de formar un grupo de expertos que analice con visión estratégica las relaciones internacionales y el impacto del conflicto entre China y Estados Unidos, evitando que Chile quede atrapado en una disputa que podría comprometer su crecimiento y estabilidad en el futuro próximo.