Logística y Distribución
Cómo optimizar la última milla en un escenario urbano cada vez más complejo
La congestión, la informalidad de direcciones y la falta de espacios de carga siguen siendo obstáculos para la logística urbana en la región. Sin embargo, la digitalización, la gestión de datos y la visión colaborativa están marcando un nuevo rumbo operativo.
Las ciudades enfrentan un creciente desafío para equilibrar el auge del comercio electrónico con la saturación de sus infraestructuras. El aumento del e-commerce ha multiplicado el flujo de reparto y, con ello, la necesidad de soluciones más inteligentes para gestionar la última milla. Hoy el reto no está solo en mover más rápido los productos, sino en entender cómo se comporta cada entorno urbano ya que la diversidad de las ciudades, sus patrones de consumo y sus limitaciones estructurales nos obligan a mirar todo el sistema de manera integral.
Para los operadores, la tecnología ha dejado de ser un complemento y se ha transformado en el eje del proceso. “Sin herramientas de control y alertas en tiempo real, simplemente no podríamos sostener los volúmenes actuales”, explicó la Subgerente de Operaciones de FEX, María José Torrealba. Agregó que “en el último evento masivo de ventas digitales estuvimos al máximo, y fue clave tener sistemas que gestionaran la data para retroalimentar el proceso y evitar errores en ruta”.
A juicio de la ejecutiva, esa información permite actuar con rapidez cuando surgen imprevistos en la entrega, como zonas restringidas o direcciones mal registradas. “Detectamos que la zona de mayor despacho tenía accesos bloqueados y fue necesario ajustar en tiempo real para no tocar calles sin salida. Eso confirma que la logística urbana depende tanto del software como del conocimiento territorial”.
La comprensión de las ciudades se ha vuelto una ventaja competitiva. Cada urbe presenta su propio mapa de desafíos con congestión, densidad, baja conectividad o escasa infraestructura de carga. “Cada ciudad tiene sus propias complejidades. Hay sectores con poca señal, otros donde los accesos son difíciles o los espacios de carga inexistentes. Todo eso debe anticiparse desde la planificación, no cuando el camión ya está en la calle”, sostuvo la especialista.
Los desafíos estructurales, sin embargo, son comunes en la región y el primero es la congestión. Diversos estudios advierten que hasta un 20% del tráfico en horas punta proviene del transporte de carga. “Eso es muchísimo, y demuestra la urgencia de una mirada más amplia entre autoridades y operadores”, enfatizó. A ello se suman factores cotidianos que afectan la eficiencia como clientes ausentes, entregas fallidas o direcciones equivocadas. “Eso genera pérdidas de tiempo y combustible que podrían evitarse con validaciones previas”, agregó.
Información es poder en logística de última milla
Otro problema clave es la falta de espacios de carga y descarga en los centros urbanos. En Santiago, por ejemplo, la disponibilidad de estacionamientos inteligentes o “smart parking” para carga es mínima y, según la ejecutiva, “son muy pocos, por no decir nulos, en comparación con lo que necesitamos. Es un tema urgente, sobre todo en las grandes ciudades”. Frente a ese panorama, la digitalización y la gestión de datos se han vuelto las herramientas más efectivas para optimizar las operaciones.
Los sistemas de trazabilidad, los modelos de optimización de rutas y las plataformas de monitoreo en tiempo real están permitiendo planificar con mayor precisión, reducir emisiones y mejorar la experiencia del usuario final. “Hoy la información es poder y cada dato que obtenemos sobre un punto de entrega o una ruta sirve para mejorar el servicio y anticipar los problemas antes de que ocurran”.
Pero la innovación tecnológica no basta si no existe cooperación intersectorial. “Necesitamos ver la logística como un ecosistema donde interactúan transportistas, autoridades, vecinos y comercios”, señaló. “Solo así podremos avanzar hacia ciudades más ordenadas y sostenibles”. En esa línea, las pruebas con ventanas de entrega más acotadas muestran avances en satisfacción y eficiencia, aunque todavía prevalecen los modelos amplios de 24 horas. “Hay que entender que la flexibilidad no significa desorden; los clientes también valoran la certeza y la puntualidad”, sostuvo.
La transición hacia una última milla más eficiente y sostenible pasa, sin lugar a dudas, por la colaboración público-privada, la integración de datos y una gestión urbana adaptativa. “No se trata solo de repartir más rápido, sino de entender cómo movernos mejor dentro de entornos cada vez más complejos, donde cada entrega puede ser una experiencia que mejora o deteriora la confianza del consumidor”, concluyó.
En definitiva, el futuro de la logística urbana dependerá de la capacidad de articular tecnología, planificación y cooperación entre actores públicos y privados. Las ciudades que logren integrar información en tiempo real, infraestructura adecuada y gestión territorial inteligente podrán transformar el desafío del e-commerce en una oportunidad de eficiencia y sostenibilidad. La clave estará en diseñar redes logísticas que comprendan a la ciudad como un sistema vivo, donde cada decisión operativa contribuya a un movimiento más ordenado, limpio y confiable.