Columna de Opinión
De puertos a plataformas: El futuro intermodal de la logística chilena

El director del Centro de Innovación en Transporte y Logística de la Universidad Diego Portales, Karol Suchan, analiza los desafíos que enfrenta la logística chilena y la necesidad de avanzar en la digitalización de los procesos.
La logística chilena enfrenta hoy un desafío crucial: superar la congestión en sus principales puertos y carreteras, fruto de una dependencia excesiva del transporte terrestre y una baja participación del ferroviario (alrededor del 5% en San Antonio) y del cabotaje marítimo (menos del 4% a nivel nacional). Esta saturación genera externalidades negativas económicas, sociales y ambientales, afectando especialmente a las comunidades locales.
Frente a este escenario, avanzar hacia una logística intermodal más sostenible es clave. El proyecto del Puerto Exterior de San Antonio es emblemático en este sentido. Aunque su Terminal Intermodal Barrancas constituye un avance notable, su capacidad inicial proyectada (250.000 TEU/año) es insuficiente frente a la ambición del puerto (6 millones de TEU/año), lo que exige ampliaciones ferroviarias o la implementación de sistemas shuttle ágiles.
Puertos líderes como Rotterdam, Hamburgo y Valencia han demostrado cómo los sistemas avanzados de Port Community Systems (PCS) permiten gestionar eficazmente la creciente complejidad de la logística intermodal. En Rotterdam, Portbase integra a miles de actores logísticos y habilita capacidades analíticas para pronosticar y optimizar operaciones. Hamburgo ha desarrollado un ecosistema digital donde el sistema SANTANA coordina redes ferroviarias y flujos portuarios. Valencia ha implementado capacidades predictivas para planificar el uso de espacios y flujos vehiculares dentro y fuera del recinto portuario, combinando inteligencia artificial y redes 5G.
En Chile, San Antonio avanza en la implementación de un PCS desarrollado por Indra en colaboración con Valenciaport, con potencial para incorporar funcionalidades similares a las europeas. En Valparaíso, el sistema Silogport ha reducido significativamente los tiempos de procesamiento en zonas de extensión portuaria.
Estos desarrollos requieren un marco regulatorio que acompañe los avances tecnológicos. El cabotaje en Chile sigue regulado bajo un esquema restrictivo que limita la participación de operadores extranjeros, aunque se han iniciado reformas legales para flexibilizarlo. Asimismo, las normas que regulan los accesos de camiones, sus horarios y las externalidades asociadas a centros logísticos terrestres deben modernizarse para responder a las nuevas exigencias operativas.
La tecnología es un aliado estratégico para una logística más eficiente, resiliente y sostenible. En superestructura, la adopción de sistemas automatizados para la transferencia de carga —como grúas sincronizadas con trenes y camiones— permite agilizar el paso entre modos y reducir tiempos muertos. En el ámbito digital, las TIC aplicadas a la intermodalidad permiten integrar información operativa entre actores. Herramientas como los PCS habilitan la coordinación en tiempo real, mientras que los gemelos digitales permiten simular y anticipar escenarios de saturación. La analítica avanzada, alimentada por datos IoT desde vehículos y contenedores, puede predecir flujos de carga y sugerir ajustes dinámicos en la asignación de recursos. Todo ello contribuye a una planificación más precisa, menor tiempo de tránsito y mayor confiabilidad del sistema logístico intermodal.
Por último, el desarrollo logístico debe ir acompañado de una participación activa de las comunidades locales. El caso de San Antonio demuestra que el éxito de estas iniciativas no depende solo de inversiones e infraestructura, sino también de la capacidad de construir confianza y generar beneficios compartidos. La integración efectiva entre desarrollo económico, sostenibilidad ambiental y cohesión social es clave para el futuro de la logística en Chile.